Aquí en Chía, las calles siempre tienen un señor. Por turnos, cuando no es la lluvia, son los perros callejeros. Tumbados, despeluchados, con los huesos de las caderas apunto de rasgar la piel, perras recién madres con grandes pechos o perros viejos que ya ni ladran. Con sus ojos húmedos, son los señores de la calle, persiguiendo coches y obligando a las bicicletas a recular. Al menos hasta que la inevitable lluvia los obliga a resguardarse quién sabe dónde. La lluvia entonces se impone, aposentándose tranquila en los huecos del asfalto, convirtiendo en barro las aceras, llenando de pruebas de temeridad los zapatos del que se atreve, o se ve obligado, a salir de las pequeñas casas que parecen ser la norma, aquí en Chía.
lunes, 10 de septiembre de 2012
sábado, 8 de septiembre de 2012
Ciudadana
Europea, todavía; una vez superado el chovinismo español. Mundial, en proceso; la globalización y los viajes me llevan a ello, mas queda mucho por vivir. Tengo ciudades soñadas, ciudades vividas y un pequeño rincón con aire cálido y espeso con olor a jazmín llamado Córdoba. Si me pierdo, no sé dónde ir; el mundo, ¿es de todos?
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