(Y) fabricar mi ciudad, a lo
[ 62 modelo para armar.
Sin comas, sin puntos, con farolas.
Con retazos de seguridad y
[ miedos nocturnos.
Que son sueños de alcohol, de prostitutas y
de fotografías
[ en sepia.
Que son ensoñaciones de humo y libros;
[ Ah, el olor a papel.
Tal vez reales, tal vez Bogotá, o Córdoba, o
la inalcanzable Ámsterdam,
[ de rojo y Vermeer.
Hablamos de colores, Alicia;
y nos transformamos en una espiral Azul por
su sonido, y amarillo por su alma
[ y recuerdo.
El avión, el autobús, transporte entre barrios
[de esa mi ciudad cortarciana.
No sé escribir. Sólo –o ni siquiera- ver.
Vuelvo a la ciudad, y la fabrico y me
fabrica, como estructuras de papel
[ translúcido.
¿Hilos? Un telar de espaldas, lleno de nudos emborronados.
La traigo y rompo el espejo
[Tánger, Lisboa…
Es más real que imaginada.
Es esa ciudad. Mi ciudad;
[ olvida la mayúscula.